

Las ideas del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, tienen potencial ambiental, pero la manera en que han sido propuestas, y la forma en que pretenden ser ejecutadas, convierten a los ambientalistas en sus primeros detractores. Lo paradójico es que al menos una parte de ellos, los más conciliadores, podrían ser sus aliados. Pero hay un discurso y una historia que no le ayudan al alcalde.
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